La libertad interior es la mayor conquista y se logra cuando la persona se abre al Espíritu Santo y le permite a Dios obrar en su vida.
Hoy celebramos el nacimiento de la virgen María, la persona más libre, porque estuvo llena de la gracia de Dios y nunca se dejó subyugar por el pecado. Mañana, es día de San Pedro Claver, aunque se denominó a sí mismo el esclavo de los esclavos, fue una persona libre en toda su plenitud, porque permitió que Dios obrara en su vida y, en su nombre, trabajó por hacer reconocer el derecho a la libertad que tenían los esclavos de su época.
Las lecturas de hoy nos indican el camino a la libertad al que estamos invitados los hijos de Dios. El libro de la Sabiduría nos invita a reconocer que la inteligencia humana no es segura, que nuestras reflexiones pueden engañarnos. Que para poder descubrir los designios de Dios es necesaria la sabiduría del Santo espíritu del cielo.
El salmo nos recuerda que necesitamos adquirir un corazón sensato, que solo si el Señor nos sacia con su misericordia, podemos experimentar la alegría y el júbilo y con su bondad se hacen prósperas las obras de nuestras manos.
En el evangelio, Jesús nos invita a seguirlo abrazándolo en la cruz y con desapego de las personas y de las cosas: “El que no carga con su cruz y me sigue, no puede ser discípulo mío…Se requiere renuncia a todo lo que se tiene”. Estar totalmente livianos de apegos, entregados libremente a la obra de Dios, amando de verdad a los demás.
Los apegos son la base de los pecados capitales: El apego al poder genera la soberbia y la ira; al tener, la avaricia; a estar saturado, la gula; al placer: la lujuria; a la apatía, la pereza; a querer lo de los demás, la envidia; a tener todo para sí mismo: el egoísmo. Dios en cambio nos pide desprendimiento de todo, para regalarnos su Espíritu de libertad y llenarnos con sus dones sabiduría, entendimiento, piedad, fortaleza, consejo, ciencia, temor de Dios.
San Pablo acepta el cautiverio en la cárcel, con libertad en el corazón, porque sabía que era por predicar el evangelio y sólo la verdad nos hace libres. Se dirige a Filemón, para pedirle que libere a Onésimo de la esclavitud, porque lo reconoce como hermano, en Cristo Jesús. Es la invitación de Dios, expresada también en la vida de San Pedro Claver, a reconocer en todas las personas a un hijo de Dios y por lo tanto hermano nuestro, luego su situación no puede sernos ajena.
Pidámosle a la Virgen María y a San Pedro Claver que nos enseñen a ser dóciles al Espíritu Santo, para discernir correctamente, vivir libres de pecados y contribuir con la conversión de los demás, viviendo en el mayor bien, la comunión de amor con Dios y los demás.