Netflix y Disney hacen declaraciones en contra de la ley provida de Georgia, Estados Unidos, que penaliza el aborto después de que se escuche el latido del corazón del bebé, amenazando con no realizar producciones en ese estado. Esto muestra la manera de pensar y de actuar de estos gigantes del entretenimiento que inciden en los contenidos que llegan a las mentes de adultos y de niños internacionalmente. Se escudan supuestamente en los derechos de las mujeres que desean mantener las leyes abortivas, que absurdamente, se ponen por encima de los derechos de los más indefensos que son los niños por nacer.
Con base a esto, ha habido una reacción que ha disminuido el número de suscriptores a estas compañías y algunas protestas, lo que da esperanza. Sin embargo, todavía es mucho el poder que conservan para determinar los contenidos que ofrecen en sus plataformas para todas las edades. Quienes reconocemos a la vida humana como valiosa y sagrada, deberíamos unirnos también a contrarrestar estos movimientos que quieren justificar estilos de vida que promueven grandes injusticias.
Algunas producciones son maravillosas, de buen contenido y excelentemente elaboradas. Sin embargo, algunas parece que intentan influir con algunos mensajes ambiguos referentes a aspectos morales. Por ejemplo, la película “Descendientes”, que tiene fascinado al mundo infantil y juvenil, presenta su tercera película con una canción muy pegajosa, con música de fácil recordación y un video bailable que se llama descaradamente: “Is Good to be bad”. Aterra escuchar a los niños a todo pulmón gritar el coro: “Es bueno ser malo”. La canción es presentada de tal forma, que quienes se opongan, sean padres o educadores, pasan en la mente de los niños como anticuados, porque les parece imposible que detrás de sus héroes y actores favoritos, pueda haber una agenda de inculcarles antivalores.
Hoy, los niños, están casi hipnotizados por los medios audiovisuales, a veces con programas educativos, pero muchas veces, con contenidos violentos, con muchos antivalores e indecencia. Cada vez es más difícil su control.
¡Despertemos! No permitamos esa influencia tan negativa en nuestras mentes con contenidos antieducativos. Los clientes tenemos la última palabra y, si dejamos de consumir esos productos y servicios, se tienen que poner las pilas para ofrecer unos con base en valores, que no ofendan a Dios y a las buenas costumbres.
“¡Dichoso el servidor, si al volver el Señor de la casa, lo encuentra cumpliendo su deber!”. * Es nuestro deber actuar conforme al Espíritu Santo siendo coherentes con las leyes de Dios.
*Lc 12, 32-48