Las lecturas de hoy* nos muestran el testimonio de servicio y entrega de Jesucristo, y luego de sus apóstoles, haciendo el bien en todo momento, arriesgando sus vidas y entregándolas por defender la verdad, la vida, la libertad y el amor, inspirados por el mayor bien al que puede aspirar el ser humano: la salvación de las almas y la participación en la vida eterna con Dios.

Los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús. Ante las amenazas por su predicación contestaban: “Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres”. 

La historia se sigue repitiendo, continúan las persecuciones en muchos países por motivos de fe en Jesucristo y por defender los valores que nos enseñó. Muchas veces basados en razonamientos humanos, sin criterios integrales, sino reducidos a parte de la realidad, se cree que se está haciendo el bien, pero se proponen acciones que van en contra de la vida, la dignidad especial de la persona y se manipula el lenguaje para presentarlo como una aparente justicia.

Por ejemplo, el aborto cada día es aprobado por un mayor número de países, negándole el derecho más básico a la vida a seres humanos, apoyados en supuestos derechos de otras personas. Hasta se quiere llegar al extremo de forzar muchas veces a los creyentes a actuar en contra de su conciencia, por ejemplo, cuando en algunos países se quiere obligar a los médicos a realizar los abortos, aunque ellos los reconocen como un crimen.

Se requiere de la valentía y el coraje de los santos y mártires de nuestra Iglesia para seguir en contracorriente defendiendo los valores que ponen a Dios y sus leyes en el centro porque son las que respetan al ser humano en todas sus dimensiones y propician realmente la justicia, la paz y el amor en la familia y en la sociedad. 

Jesucristo, vino a servirnos a pesar de su condición divina y nos invita a seguir su ejemplo: “el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor”. El mayor servicio es la defensa de la verdad.

Dice San Pablo que cuando creemos, hablamos con agradecimiento y certeza de que Dios nos hará resucitar como a Jesús. Comprendiendo tan grande bien, debemos desear abrirnos a la gracia y hacer todo para la gloria de Dios y para lograrlo, es necesario que sirvamos y defendamos los principios y valores con amor.

Conozcamos cada vez más la voluntad de Dios para nuestras vidas a través de su Palabra en las Sagradas Escrituras, los Sacramentos y la oración y busquemos la curación de nuestras almas para aprender a servir y entregarnos más por los demás por amor a Dios y sigamos defendiendo a Jesucristo y sus enseñanzas para aprender a servirnos unos a otros entregándonos con amor a construir un mundo de justicia y paz. 

*Hch 4,33;5,12.27-33;12,2; Sal 66; Cor 4,7-15; Mt 20,20-28

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