Esta es la frase que tenemos en el corazón durante esta etapa de Adviento que inicia hoy. Con la esperanza de que todo lo que toca Jesús se restablece, se recrea, se purifica, se sana, se ilumina, se transforma, queremos que llegue a nuestro corazón y al de la sociedad a cambiar todo lo dañado, todo lo que no sea de él y nos haga de nuevo según su espíritu de amor, de paz, de luz, de justicia y de verdad.
Esta próxima navidad que ya empezamos a añorar y ya se vislumbra con las luces, los adornos, los pesebres, los arbolitos, se celebra de dentro hacia afuera, desde nuestro corazón hacia los demás, volviéndonos más solidarios con las causas de los necesitados, de nuestra iglesia, de nuestra sociedad.
Así como María y José estaban expectantes al nacimiento del Mesías, así estamos nosotros, porque el Espíritu Santo permite que nazca también en nosotros trayendo ese gozo especial que nos hace prefigurar el cielo desde las realidades cotidianas.
Dios quiere y trabaja por reverdecer todo, pero cuenta con nosotros, con nuestra libertad; es en nuestra mente, en nuestro corazón, en nuestros actos en los que se empieza a modificar nuestra realidad y la de la sociedad que nos circunda. Su amor en nosotros tiene poder.
El mundo se transforma cuando hay más calor de hogar, cuando somos más cariñosos, cuando somos más pacientes, cuando somos más alegres, cuando estamos más despiertos frente a las realidades de los otros y los servimos más y mejor, cuando vamos acrecentando las virtudes y valores y vamos incidiendo en los cambios de los demás.
Las lecturas de hoy* nos invitan a la pausa, a la reflexión, a perseverar en la oración y a estar atentos y preparados, que a la hora de la liberación estemos “alertas, para que los vicios, con el libertinaje, la embriaguez y las preocupaciones de esta vida no entorpezcan nuestra mente”.
San Pablo nos dice que estemos llenos y rebosantes de amor mutuo, que nuestro corazón sea irreprochable buscando la santidad, siguiendo las enseñanzas de Jesús.
Unámonos a muchas causas nobles, realizando buenas obras. Los invito a unirse a la Cena Pro-templo, Noche de Luceros 2018, el 5 de diciembre para apoyar al templo de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro y así unirnos como comunidad en días previos a la fiesta de la Inmaculada y de la Navidad. Unidos, vamos siendo cada uno un ladrillo vivo de nuestro templo, para que tanto nosotros como quienes nos visitan, encuentren un lugar digno para adorar a nuestro Dios en comunidad, además del templo de nuestro corazón.
¡Ven Señor Jesús, te esperamos con ansias, encuéntranos despiertos y listos para recibirte!
Jer 33, 14-16; Sal 24; Ts 3, 12—4, 2; Lc 21, 25-28. 34-36