Hoy cumple 60 años la Parroquia Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, día de San Pedro Claver. Gracias a Dios por este gran regalo para la comunidad de Bocagrande y para quienes se han acercado a esta parroquia. Gracias a la Virgen María quien nos ha auxiliado, cobijado y acompañado en oración y a los sacerdotes que han entregado su vida a nuestro servicio.
Hoy, en medio de tantas crisis sociales y de la iglesia, recordamos a San Pablo cuando nos decía que no seguimos ni a Pablo, ni a Apolo sino a Jesucristo resucitado, con la certeza que si vivimos unidos a Él y actuamos conforme a sus enseñanzas, experimentaremos realidades muy diferentes en todos los aspectos: Brillaría la honestidad, la justicia, la integridad, la verdad, la alegría, el amor.
Dios se acerca a nosotros y nos dice en las lecturas de hoy*: ¡”Ánimo! No teman… Brotarán aguas en el desierto y correrán torrentes en la estepa. El páramo se convertirá en estanque y la tierra seca, en manantial”. Él va entrando en nuestras vidas y va transformando nuestro corazón, va cambiando nuestra aridez y la va llenando de su plenitud, le va dando sentido a nuestras realidades.
Hoy repetimos con el Salmo: ¡Alaba, alma mía, al Señor! Lo hacemos dándole gracias por permanecer en medio de nosotros en su Palabra, en la Eucaristía, en los demás sacramentos, en la oración. Es un verdadero tesoro contar con nuestro templo en el corazón de nuestro barrio para acercarnos a Dios y a la comunidad.
San Pablo nos exhorta a no ser excluyentes, sino a atender y ofrecer apoyo al necesitado, reconocer que los pobres son los favoritos de Dios. Nuestro templo es siempre inspiración para comprometernos con quienes tienen necesidades físicas, mentales, afectivas, espirituales, económicas, sociales, para contribuir en lo que más podamos a sus soluciones.
Jesús predicaba el Evangelio del Reino y curaba las enfermedades y dolencias del pueblo. La gente exclamaba: “¡Qué bien lo hace todo! Hace oír a los sordos y hablar a los mudos”. Eso mismo sigue haciendo cuando le abrimos el corazón, nos quita la sordera frente a su palabra y nos llena la boca de sus enseñanzas.
¡Qué gran experiencia la reconstrucción del templo! Se evidencia la bondad de tantas personas y la importancia del trabajo en equipo, la generosidad, el desapego, el servicio desinteresado, la excelencia. Hay siempre esperanza en la sociedad, si esto lo aplicamos a todas nuestras tareas.
Un templo es mucho más que una construcción física, es un espacio espiritual que revitaliza lo mejor de la persona y de la comunidad, cada vez que se deja encontrar y transformar por el Señor. Mantengámonos unidos a Jesús viviendo en un ambiente sano, libre de vicios y pecados, lleno de valores, solidaridad y mucho amor.
Is 35, 4-7; Sal 145; Stgo 2, 1-5; Mc 7, 31-37