Cuando ya vamos en la tercera semana cuaresma, es tiempo de revisar nuestros propósitos, si no los hemos planteado, para hacerlo, y si los tenemos claros, para revisar su cumplimiento. Propósitos personales, familiares y sociales.
En la primera semana, nuestra iglesia, basada en la vida y enseñanzas de Jesús nos recuerda las tentaciones a las que fue sometido Jesús, quien quiso identificarse con nosotros hasta en eso, para enseñarnos a vencerlas con la ayuda de la gracia y la sabiduría que viene revelada por Dios en su Palabra. De allí podríamos derivar el propósito de leer con mayor atención la Palabra de Dios para que nos ilumine y ayude a vencer mejor las tentaciones.
En la segunda semana, recordamos que en el camino de Jesús a Jerusalén para ser crucificado, Jesús manifiesta su gloria en la transfiguración, frente a sus discípulos más cercanos. El propósito que derivemos puede ser, vivir las dificultades y problemas, uniéndolas a la cruz de Cristo, para ser transfigurados por Él y participar de su gloria.
Esta semana* hace énfasis en la necesidad de conversión para poder dar frutos positivos para Dios. En la primera lectura Moisés está atento a las instrucciones de Dios para sacar a su pueblo de la esclavitud de Egipto. En el evangelio, Jesús nos hace caer en cuenta de lo frágil que es la vida humana, las posibles calamidades que pueden surgir de un momento a otro, la necesidad de estar alertas por si tenemos que presentarnos ante Él; nos enseña a cambiar de vida para vivir con mayor coherencia sus enseñanzas y producir muchos frutos. Podemos derivar el propósito de la confesión y de vivir más activamente nuestra fe, convirtiéndonos y contribuyendo a la conversión de más personas y así podamos disfrutar de todas los dones maravillosos que Dios nos ofrece.
El Salmo recuerda que “El Señor es compasivo y misericordioso. El Señor perdona tus pecados y cura tus enfermedades; él rescata tu vida del sepulcro y te colma de amor y de ternura”.
Vayamos viviendo esta cuaresma con mayor sentido de eternidad para que podamos ir transformando todo lo que nos aleje de Dios y vivamos más conforme a su voluntad. Revisemos nuestros propósitos y vivámoslos con verdadero compromiso para poder disfrutar del gozo que nos regala Dios.
No desaprovechemos estas invitaciones que nos hace nuestra iglesia para fortalecer nuestras vidas con los sacramentos que refuerzan nuestra vida en la fe, la esperanza y el amor, nos abren a la gracia de Dios y nos animan a transformar las realidades personales, familiares y sociales para que se ajusten al bien, la verdad, la justicia y el amor de Dios.
*Ex 3, 1-8.13-15; Sal 102; Co10, 1-6. 10-12; Lc 13, 1-9