La existencia humana es un don. Pudimos nacer gracias a que nuestros padres dijeron si a la vida, porque valoraron el regalo que Dios les hacía y/o porque asumieron con amor la responsabilidad que implica otra vida a su cargo. 

Estamos viviendo tiempos bien complejos, en estos días fue despenalizado el aborto en Méjico, al igual que ha venido sucediendo en muchísimos países y estamos llorando por muchos bebés que están desprotegidos por la ley y que están sometidos al homicidio antes de nacer. 

Jesús dice en el evangelio a sus discípulos poniendo un niño delante de ellos: “cuando por amor a mí reciben a un niño, me reciben a mí. Y el que me recibe a mí, no me recibe a mí, sino al que me envió” *. Hoy la frase de Jesús resuena como un clamor frente a los niños que no verán la luz de la vida porque serán violentados desde el vientre de sus madres y de los niños que no reciben la atención y el cuidado apropiado para tener vidas dignas, saludables y felices por falta de amor y atención. 

La primera responsabilidad es de los padres, sin embargo, la sociedad está llamada a trabajar y defender estos derechos, como fundamento de la dignidad humana para que los niños puedan nacer con sus padres o dados en adopción y se les ofrezca un entorno seguro, cálido, lleno de amor para que puedan desarrollarse plenamente y alcanzar su desarrollo y la vida eterna en el cielo.

Ese es el esfuerzo más grande que tenemos por delante como comunidad, si no queremos que el mal prevalezca. Cada vez nos deshumanizamos más y buscamos justificaciones para los más atroces crímenes. Empezamos supuestamente por defender los derechos de las mujeres, que con el aborto son los más vulnerados por todos los traumas físicos, emocionales y espirituales que el aborto le ocasiona, y cada vez, el negocio de la contracepción es más deshumanizante y aberrante, llegando a permitir en muchos lugares los abortos en bebés hasta listos por nacer y utilizarlos para el comercio de órganos. 

Despertemos, estamos llegando a niveles muy preocupantes que están generando la autodestrucción del ser humano.

Toda vida humana vale la pena defenderla. Con las justificaciones actuales, las madres del papa Juan Pablo II, Andrea Bocelli, Celine Dion, Cristiano Ronaldo, Steve Jobs y muchos otros, hubieran podido abortar a sus bebés. 

Trabajemos las raíces del problema que son muchas. Entre otras, la demagogia anticristiana, las industrias de la pornografía, contracepción y las que utilizan la sexualidad para instrumentalizarla, atacando a la familia, al compromiso y al amor. Defender y proteger a la vida humana desde su concepción hasta la muerte natural es la base para edificar una sociedad justa, con amor y en paz. 

*Mc 9, 30-37

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