El papa Francisco con base en la interconexión que existe en la familia humana tanto en el bien como en el mal, que se evidenció de manera clara en esta pandemia, nos anima a la solidaridad como camino para enfrentar los desafíos presentes, para que no se agudicen la marginalidad y la pobreza, sino que remediemos entre todos las estructuras enfermas de nuestra sociedad.
Todos tenemos un mismo origen, compartimos la misma tierra y tenemos un destino final en Cristo Jesús. La interdependencia nos anima a salir adelante con la solidaridad. Nos invita a cambiar de mentalidad apoyados en la justicia y con la fuerza del Espíritu Santo que inspira el amor, la fe y la generosidad.
Raj Sisodia, autor del Capitalismo Consciente invita a curar nuestro mundo también desde las empresas. Él invita a que tengan un sentido de propósito que las trascienda, no buscando sólo utilidades, sino generando un bienestar colectivo que, paradójicamente generan más utilidades para todos, los clientes, los empleados, los proveedores, los accionistas, la sociedad y el ambiente.
Está demostrado que el socialismo o comunismo no es la solución porque genera más pobreza, pero quienes quieren esos sistemas, con criterios materialistas y utilitaristas manipulan a quienes tienen necesidades insatisfechas, de ahí la gran responsabilidad de crear estructuras en las cuales todos se beneficien con un capitalismo mucho más consciente que genere más bienestar general, en medio del respeto, la libertad y el desarrollo de los talentos de todos.
Nosotros como creyentes animémonos a trabajar de la mano de Dios, con fe, amor y solidaridad para encontrar soluciones que no generen dependencias, sino que promuevan la dignidad de todos y faciliten el progreso y bienestar, con apoyos que impulsen el desarrollo de todos. Dice el papa que pensemos en términos de comunidad, priorizando la vida de todos frente a la apropiación desproporcionada de recursos, con respeto a los semejantes y a la creación.
Las lecturas de hoy nos invitan a la corrección fraterna con base en las leyes de Dios como medio de ayudarnos también unos a otros, con el fin de salvar las almas. El amor es la plenitud: “que la única deuda que tengan con los demás, sea la del amor mutuo. Porque el que ama al prójimo ya cumplió toda la ley”.
La finalidad humana es lograr la vida eterna; las leyes divinas nos exhortan a vivir en la justicia y el amor, defender la vida de todos, valorar de manera especial a cada ser humano como imagen de Dios. El problema de unos es problema de todos; es necesario unirnos para su solución. Los invito a escuchar una canción de mi hija Ángela que nos anima a trabajar unidos en www.angelapaniza.com .
“La misericordia no es forzada. Cae del cielo como la suave lluvia. Bendice tanto al que da como al que recibe”.
*Ez 33, 7-9; Sal 94; Rom13, 8-10; Mt 18, 15-20