En Colombia como en muchos países se quiere pasar por encima del derecho inalienable de la educación que tienen los padres de familia sobre sus hijos en asuntos de defensa de la moral, las buenas costumbres y las creencias religiosas, tratando de imponer ideologías que promueven la hipersexualidad de los niños, estimulan costumbres perjudiciales para el desarrollo integral y que van promoviendo estructuras de pecado desde las más tiernas edades. Ya cursan varios proyectos de ley en esta dirección, que además prohíben formación religiosa contraria a esos antivalores.
Tenemos que despertar sobre cuál es la educación que queremos darle a nuestros niños y cuál es la sociedad que queremos edificar e impedir que quieran adoctrinarlos en contravía de los valores. Hoy en día se quiere borrar el concepto de pecado y desconocer que hay comportamientos que perjudican la salud física, mental, moral, social y espiritual.
Todos necesitamos conversión permanente y discernir si los pensamientos, intenciones, acciones u omisiones van en contra de las leyes naturales y divinas porque nos alejan de Dios y nos llevan a cometer injusticias contra nosotros mismos y los demás.
Se requiere fortalecer las virtudes y valores y abrirnos a la luz del Espíritu Santo para poder contrarrestar todas esas ideologías y promover las relaciones sanas fundamentadas en el amor.
Las lecturas de hoy* invitan a la conversión, vemos que Dios corrige y reprende a quienes pecan para que se arrepientan y conviertan y puedan participar de la salvación.
Dice el libro de Sabiduría: “Amas a todos los seres, tu soplo incorruptible está en todas ellos. Por eso corriges poco a poco a los que caen, los reprendes y les recuerdas su pecado, para que, apartándose del mal, crean en ti, Señor”.
En el evangelio vemos a Zaqueo, un hombre pecador que siente curiosidad por conocer a Jesús. Jesús le busca y le dice que va a comer en su casa.. Zaqueo al estar cerca de Jesús, siente el deseo profundo de conversión y decide reparar su pecado:” Mira, Señor, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres; y si he defraudado a alguno, le restituyo cuatro veces más”.
Jesús nos anima siempre a abrirle la puerta para nuestra conversión y salvación: “Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido”.
Con fe y esperanza unámonos a Jesucristo para cambiar el pecado y restituir las injusticias que hayamos cometido contra los demás. Seamos activos defendiendo la educación de nuestros niños y jóvenes en virtudes y valores que les ayudan a ser mejores personas y a construir relaciones de amor y respeto con lo demás, con la ayuda de la gracia.
*Sab11,22–12,2; Sal 144; Tes1,11–2,2; Lc 19,1-10