Necesitamos comprender que el bien que se genera para el otro es fuente de bien también para nosotros mismos. Si propiciamos actuaciones en las que ganamos todos, a todos nos va mejor.

Unámonos y trabajemos buscando herramientas a todo nivel para vivir vidas más integrales y armoniosas, para construir mejores relaciones interpersonales, para que las empresas trabajen por el bien de todos los grupos de interés, para que los gobiernos se enfoquen en el bien común, para que las comunidades trabajen de manera más integradora, siempre, en todos los ámbitos, respetando la libertad y los derechos de las personas.

Las lecturas de esta semana* nos recuerdan que Jesucristo es el camino, verdad y la vida y nos inspiran y estimulan a la unidad y a la comunión con Él, así lograríamos mayor unidad personal y comunitaria. Algunos de sus mensajes: Él es la vid y nosotros los sarmientos: unidos a Jesús recibimos la savia de la gracia, con Él somos ramas vivas. “Entonces sabréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí y yo en vosotros. El que acepta mis mandamientos y los guarda, ese me ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y yo también lo amaré y me manifestaré a él».

Propiciemos la unidad de vida, la coherencia entre pensamientos, sentimientos, palabras y acciones; la integridad entre lo que realizamos con nuestro cuerpo, mente, alma y las relaciones con los demás; la manera como manejamos el dinero, los esfuerzos, todo lo que administramos, propiciando el bien propio y el de los demás. En un sentido más profundo, que logremos que, así como Dios es uno en tres personas distintas, seamos en Él, uno también nosotros, con nuestras diversidades, talentos, maneras de pensar y de vivir, pero unidos en el amor, en el interés del bien mutuo, en el trabajo que beneficie a todos; en la construcción de un mundo que armonice la búsqueda del bien común, con la justicia, la paz y el amor.

Trabajemos en equipos por los mismos objetivos comunes tanto en la familia, en la empresa, en la comunidad, en la sociedad y si lo hacemos unidos en el amor a Dios en Jesucristo, los resultados serían maravillosos porque cada cual haría su mejor esfuerzo, pero estaríamos todos unidos, y con Dios en medio de nosotros, contaríamos con dones naturales y sobrenaturales que nos llevarían muchos mejores resultados para todos y en concordancia con los fines eternos.

Que nuestra comunión con Dios en Cristo Jesús nos haga vivir la unión de los hermanos.

¡Feliz día de la madre! ¡Le damos gracias a Dios por nuestras madres y por María Santísima, que ella nos enseñe a vivir en unidad y comunión de amor!

*Hch 8,5-8.14-17; Sal 65,1-3a.4-5.6-7a.16.20; Pe 3,1.15-18

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