“Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio” *
Estamos en un tiempo fuerte por muchas razones reflejadas en las realidades de nuestra vida, de la sociedad, del mundo entero, las guerras, las problemáticas éticas y morales que nos afectan y confunden; estas situaciones nos llaman a la reflexión, a la transformación, para que seamos artífices de realidades nuevas que nos conduzcan a edificar mejor la paz, el amor, la vida, la justicia y tantas cosas que requieren mejoras intensas. Es tiempo fuerte porque Dios nos llama en este tiempo de la cuaresma a ser más conscientes de lo que mueve nuestro corazón para que logremos todos esos bienes desde nuestro interior y podamos irradiarlos en los demás en los ámbitos en los que nos movemos.
Es un tiempo de silencio, oración, meditación, ayuno, abstinencia, penitencia, limosna, para tener el mejor ambiente y el suficiente espacio y tiempo para centrarnos con esperanza más en nuestra esencia, en los cambios internos que requerimos para encontrarnos más con Dios, para vernos a nosotros mismos en su presencia, como somos realmente, y así pidamos perdón por todo lo que nos aleja de Él y le demos gracias por lo que nos acerca y nos hace experimentar su gracia.
A veces nos creemos que nosotros ya somos suficientemente buenos y que no necesitamos de esto; la realidad es que siempre lo necesitamos porque estamos lejos de reflejar a Cristo, y a su amor, en nuestros actos cotidianos. Al tiempo que dedicamos más tiempo a conocerle mejor, cada vez que hagamos algo en la familia, el trabajo, en las redes, con los amigos, preguntémonos si Cristo lo hubiera realizado de esa forma. Nos serviría mucho para un examen de conciencia permanente.
Él nos la pone fácil, ya el trabajo más pesado lo realizó llevando nuestros pecados a su cruz redentora, lo que nos corresponde a nosotros es dejarnos llenar de Él, aprovechando más su Palabra, haciéndola vida en nosotros, cargando nuestras cruces con mucho amor para unirlas a la suya, orando y estando en comunión de amor a través de los sacramentos e ir haciendo examen de conciencia permanente para ir modificando todo lo que Jesús no haría si estuviera en nuestro lugar.
Que podamos en este tiempo cultivar la humildad, para que el Espíritu Santo pueda actuar en nuestro corazón, pueda ir limpiándolo y llenándolo del amor de Dios, como nos enseña Jesús, con la entrega total de su vida, sirviéndonos y amándonos hasta la cruz. Sólo de Él surgen las luces para la vida verdadera tanto para las realidades de la vida cotidiana como para llevarnos al cielo. Que este sea tiempo fuerte para conocerlo más, amarlo más y servirle mejor.
*Gen 9,8-15; Sal 24,4bc-5ab.6-7bc.8-9; 1 Pe 3,18-22; Mc 1,12-15