Las lecturas de hoy* nos invitan a meditar sobre cómo necesitamos la luz del discernimiento y reconocer y desarrollar los talentos que Dios nos regala para que demos frutos para Él, desarrollándonos a nosotros mismos y generando bien a los demás.
Nos dice San Pablo: “Ustedes son hijos de la luz y del día, no de la noche y las tinieblas. Por tanto, no vivamos dormidos, como los malos; antes bien, mantengámonos despiertos y vivamos sobriamente”. Necesitamos dejarnos iluminar nuestra mente para descubrir el verdadero sentido de la vida y poder discernir entre el bien y el mal, buscando siempre lo que más agrade a Dios.
El evangelio es sobre la parábola de los talentos, nos invita a no ser pasivos en la construcción del Reino de Dios, nos recuerda que nos entregó los talentos para que los administremos para Él y demos frutos abundantes.
Que diferente es nuestra realidad cuando vivimos inmersos en las realidades del mundo o cuando en medio de éstas, sacamos el tiempo para Dios. Si nos dejamos llenar nuestro tiempo sólo por las realidades cotidianas, nos podemos ir desenfocando de lo que verdaderamente importa: que todo lo que hagamos sea un medio para acercarnos a Dios, para hacernos mejores personas, para ir purificando nuestra alma, con la conciencia despierta para pedirle perdón y rectificar si lo estamos ofendiendo con nuestro comportamiento.
Dice Jesús: “Yo soy la luz del mundo, quien me sigue no camina en tinieblas”. Si nos dejamos iluminar por Él y desarrollamos los talentos haciéndolos multiplicar para su gloria, nuestra vida se llenaría de mucho más sentido y las realidades serían bien diferentes: Viviríamos en paz, justicia, amor, solidaridad, trabajo honrado, llenos de realizaciones, sirviéndonos unos a otros.
Este año organizamos en nuestra Parroquia del Perpetuo Socorro un programa muy simbólico con respecto a la luz. Como nuestro templo está en construcción y requiere iluminarlo, estamos invitando a toda la comunidad a que donemos las luces del templo y a la vez recibamos un regalo, una réplica pequeña del templo con el pesebre incluido, para que esa luz se irradie en nuestros hogares. Nuestra Parroquia siempre nos invita a alegrar la vida de los demás, especialmente en Navidad; sin dejar de hacerlo, también hemos querido que nuestros esfuerzos se dirijan a darle un aguinaldo a nuestro Templo para que siga adelante con el apoyo de todos, animados con su lema: “Contigo lo construimos”. Nuestro templo nos acerca a la luz de Dios, llenándonos con su presencia real en los Sacramentos, para que saquemos fuerzas para trabajar en hacer fructificar nuestros talentos.
* Pro 31, 10-13. 19-20. 30-31; Sal 127; 1 Tes 5, 1-6; Mt 25, 14-30; Jn 8-12;