Las lecturas de hoy* invitan a la conversión y a dejarnos guiar por el Espíritu Santo para lograr conocer la bondad de los caminos que nos enseña Jesús a seguir.
En el libro de Jonás se nos muestra cómo él recibió el encargo de invitar a los habitantes de Nínive a cambiar su comportamiento porque sus malas costumbres les estaba generando su propia destrucción; Es una tarea difícil y por tanto Jonás trató de hacerle el quite, pero Dios le mostró que era su voluntad que cumpliera su encargo y por eso siguió adelante y el pueblo de Nínive lo escuchó, declaró ayuno y oración y sus habitantes se transformaron.
En cada una de nuestras ciudades y países tenemos que pensar cuáles comportamientos ofenden a Dios para modificarlos porque lo que Él quiere es que consigamos siempre lo mejor, que progresemos como personas y como comunidades.
En el Salmo repetimos esa hermosa frase: ¡Señor, enséñame tus caminos! Puede convertirse en la oración de esta semana, porque nos abre a la escucha de su Palabra, a ver los acontecimientos de nuestra vida bajo su prisma, teniendo en cuenta los aspectos naturales y sobrenaturales, abiertos con humildad a cambiar lo que no nos beneficie como personas, familias, sociedad, dejándonos guiar desde el fondo del alma por el máximo bien, que el viene a traer a nuestras vidas, para que caminemos con lealtad y rectitud y siempre guiados por su amor, ternura y misericordia.
San Pablo nos indica la necesidad que tenemos de no apegarnos a las situaciones que estemos viviendo sino a ver todo en perspectiva sobrenatural y en unión a Jesucristo.
En el evangelio el propio Jesús nos dice: “El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca. Arrepiéntanse y crean en el evangelio”. El evangelio es la carta de navegación del creyente. Todos nuestros pensamientos, sentimientos y acciones requieren estar compenetrados con Jesús quien es la Palabra viva expresada en las Sagradas Escrituras.
Dios nos ofrece lo mejor para nuestras vidas, pero cuenta que lo aceptemos desde nuestra libertad. Él no nos fuerza, nos dio a su Hijo, su ejemplo, su salvación, la redención de nuestros pecados, pero podemos pasar de largo y creer que no lo necesitamos y dejamos pasar los maravillosos regalos que nos dio, nuestra liberación del mal y de la muerte y nuestra vida plena en unión a Él.
Señor haznos humildes para que estemos abiertos a tus enseñanzas. Conviértenos en pescadores de hombres como hiciste con tus discípulos a quienes fuiste formando al compartir contigo la existencia, que vivamos en tu presencia y te incluyamos en nuestras vidas para todo discernirlo de acuerdo con tus enseñanzas. ¡Señor, enséñame tus caminos”!
*Jon3, 1-5.10; Sal 24; 1 Cor7, 29-31; Mc 1, 14-20