La fe y la razón son dos columnas de nuestras vidas que nos ayudan a tomar mejores decisiones, tanto para nuestra vida corriente como para la preparación a la vida sobrenatural. Ambas requieren apertura, crecimiento y balance, que estén en sintonía y se enriquezcan mutuamente.
En la época contemporánea se quieren separar, “o eres racional o tienes fe”; ellas no son contradictorias sino complementarias. Mediante la fe nos abrimos a los misterios divinos, mediante la razón comprendemos una parte y lo que no, aceptamos nuestras limitaciones porque la verdad revelada nos supera, seguimos meditando y orando sobre ellas y la razón se va ensanchando.
Necesitamos integrar ambas capacidades para decidir y ponernos en acción. Fortalecer en relación a la razón: el análisis crítico, la investigación, el raciocinio, la lógica, la prudencia y de manera integrada, abrirnos a la fe y estudiar las verdades reveladas por Dios desde tiempos antiguos hasta la venida de Jesucristo y analizar también la vida y obra de sus verdaderos seguidores.
Esta semana tuvimos la hermosa celebración de la asunción de María al cielo, el mejor ejemplo de vida llena de sabiduría y gracia, con balance y armonía, ella, en medio de una vida llena de dificultades y problemas, vio el cumplimento de la promesa de Dios, su plenitud eterna: “Guardad el derecho, practicad la justicia, que mi salvación está para llegar, y se va a revelar mi victoria.” * Nosotros sus hijos, estamos llamados a seguir su camino.
El papa Francisco en la meditación de ese día resaltó las dos capacidades de María reflejadas en la visita que hace a su prima Isabel para apoyarla en su embarazo. Resalta cómo María estaba al servicio del prójimo y siempre alababa a Dios; al ponderar Isabel su fe, ella responde con el Magníficat, alabando y bendiciendo a Dios, llena de alegría y gratitud. Dice el papa Francisco: “La alabanza aumenta la alegría. La alabanza es como una escalera: eleva los corazones. La alabanza levanta el ánimo y vence la tentación de caer. ¡Qué bueno es vivir de gratitud y bendición en lugar de lamentaciones y quejas, mirar hacia lo alto en lugar de enfadarse! “
Continúa el papa: “Pregúntense: ¿soy capaz de alabar? ¡Qué bueno es alabar a Dios cada día, y también a los demás! Hay gente que se queja todos los días. Pero mira que Dios está cerca de ti, mira que te ha creado, mira las cosas que te ha dado. ¡Alaba, alaba! Y eso es salud espiritual”.
En las lecturas de hoy, una mujer pagana, con el dolor de tener una hija poseída por el maligno, se abrió a la fe en Jesucristo y con humildad y perseverancia pidió su sanación. “Jesús le respondió: “Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas”. Enseguida quedó curada su hija”. *
*Is 56,1.6-7; Lc1,39-56; Sal 66,2-3.5.6.8; Mt 15,21-28