El segundo domingo de la Pascua de Resurrección, Nuestro Señor Jesucristo dijo a Santa Faustina Kowalska que pidiera a la iglesia que se celebrara la Divina Misericordia.
Después que muchos fieles católicos han aprovechado, y otros no tanto, para profundizar en la fe durante la Cuaresma y la Semana Santa, Jesús ofrece un refuerzo invitándonos a meditar el sentido de todo el plan de salvación, el cual es llevarnos a todos con Él a disfrutar de las maravillas que ofrece el Espíritu Santo en nuestras vidas.
Nos ofrece principalmente el perdón de nuestros pecados, que son la mayor fuente de esclavitud que tiene cualquier persona frente al maligno, a sus propias pasiones desordenadas o a las invitaciones que hace el mundo en contravía de las enseñanzas de Dios.
Nada es comparable con la paz y felicidad que da una conciencia purificada por Dios a través de la confesión. Sentir la fuerza de su Espíritu que te levanta, te nutre, te fortifica, le da sentido a tu vida; que nos invita a continuar unidos para seguir creciendo en amor, compromiso, valentía para trabajar por ser mejores personas y aportar lo mejor de nosotros a los demás.
Todo eso nos ofrece Jesús a través de la acción de su Iglesia en los sacramentos y de los buenos ejemplos de cristianos coherentes. Si no lo hemos descubierto o si pensamos que con la formación espiritual que recibimos en la infancia fue suficiente, animémonos a profundizar en nuestra fe, no nos conformemos en negarla o evadirla.
Si buscamos a Jesús, Él se nos anticipa y nos sale al encuentro, vivo y resucitado, como lo hizo con la Magdalena y las otras mujeres, con los discípulos y muchos testigos más; es probable que no lo veamos con nuestros ojos, pero lo reconoceremos en las circunstancias, personas y momentos de nuestra vida. “Sin haberlo visto lo amáis y, sin contemplarlo todavía, creéis en él y así os alegráis con un gozo inefable y radiante, alcanzando así la meta de vuestra fe: la salvación de vuestras almas”. *
Él continúa entre nosotros, transformando vidas, de manera mucho más profunda que cualquier método o ciencia que apliquemos surgido de todos los programas modernos.
Dios es infinito amor y misericordia, nos quiere felices, quiere que vivamos el cielo desde las realidades terrenas, aunque a veces implique incomprensiones, persecuciones y dificultades, y llevarnos a la vida eterna junto a Él. Todas lo demás es accesorio, solo Dios llena las ansias de sentido a nuestra vida.
“Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia”.
Gracias Dios por tu infinita misericordia. Por entregarte en tu Hijo Jesucristo en la cruz, mostrándonos nuestro pecado, asumiéndolo y redimiéndolo, haciéndote camino para llevarnos contigo a la gloria de la resurrección.
*Hch 2,42-47; Sal 117,2-4.13-15.22-24; 1Pe 1,3-9; Jn 20,19-31