Empezamos un nuevo adviento con esperanza y alegría porque estamos convencidos que siempre podemos renovar lo que no está bien en nuestra mente, corazón, voluntad y acción mediante la ayuda de la gracia con propósito personal y trabajo y dejándonos impregnar del amor expresado por nuestro Dios quien anuncia en estos tiempos que habitará en medio de nosotros.

Pronto celebraremos que nuestro Dios se hace niño para compartir con nosotros nuestras penas y alegrías, para mostrarnos el camino mediante el cual podemos lograr vencer las tentaciones y lograr la santidad en medio de la vida cotidiana en la familia, el trabajo y el compartir con los demás.

Permitamos que el espíritu navideño que ya nos anuncia esta época de preparación llene nuestra alma de regocijo y de entusiasmo por trabajar por construir mejores realidades para todos.

Vemos muchos problemas en nuestras ciudades que podemos ir reversando entre todos, si queremos menos violencia empecemos por nosotros mismos rescatando la serenidad que nos trae Dios, el sentido del humor, el gozo por las cosas sencillas de la vida, la gratitud por todo lo que recibimos. Si queremos más comportamiento cívico empecemos nosotros involucrándonos más en las necesidades y soluciones comunes que ameritan nuestra atención. Y así cada cosa que vayamos detectando a nuestro alrededor que quisiéramos que fuera diferente, empecemos a trabajar por cambiarlo en nuestro metro cuadrado para irlo irradiando hacia los demás.

Las lecturas de hoy* nos recuerdan que nos visita el Mesías para abrirnos el camino hacia el cielo y que ese cielo empieza acogiéndolo en nuestro interior. Nos dice San Pablo que evitemos comilonas y borracheras, la lujuria y el desenfreno y más bien busquemos las obras de la luz.

Él nos instruirá en sus caminos

y marcharemos por sus sendas; Juzgará entre las naciones,

será árbitro de pueblos numerosos.

De las espadas forjarán arados,

de las lanzas, podaderas. caminemos a la luz del Señor. «Vivan seguros los que te aman,

haya paz dentro de tus muros, Vamos alegres a la casa del Señor.

Comportaos reconociendo el momento en que vivís, pues ya es hora de despertaros del sueño, porque ahora la salvación está más cerca de nosotros que cuando abrazamos la fe. La noche está avanzada, el día está cerca: dejemos, pues, las obras de las tinieblas y pongámonos las armas de la luz.

Andemos como en pleno día, con dignidad. Nada de comilonas y borracheras, nada de lujuria y desenfreno, nada de riñas y envidias. Revestíos más bien del Señor Jesucristo. estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor.

Isaías 2,1-5. Sal 121

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