Hoy que es la fiesta de la Virgen María del Perpetuo Socorro, quiero contarles un testimonio porque esta advocación, que es la de la Parroquia a la que pertenezco desde mi niñez, ha sido muy importante para mi porque he experimentado ese socorro de Dios y de la Virgen en muchos momentos difíciles, especialmente cuando mi hermano Fernando (quien también cumple años hoy) estuvo secuestrado (2000 -2007).
Unos meses antes de que Ferna fuera secuestrado aprendí a rezar el rosario. Antes lo había rezado de manera esporádica y sin encontrarle mucho sentido a la repetición de oraciones, pero fui obediente y lo empecé a rezar porque la Virgen lo pedía en sus diferentes manifestaciones. Pude sentir que era ella quien quería darme la mano para acompañarme en medio de las situaciones que iba a vivir. Ella nos va acercando a los misterios de la vida de Jesús y se va experimentando su compañía, su apoyo, su ayuda.
Esos difíciles años con Ferna secuestrado y nosotros en el exilio, porque estábamos bajo la amenaza del secuestro, nos sentimos apoyados, acompañados, viviendo milagros diarios que venían del Corazón de Jesús y de su Santísima Madre. En un rosario que compartía con familiares y amistades cartageneras, que vivían también por fuera, pude tener una experiencia especial en la que el Espíritu Santo por manos de la Virgen me regaló paz, serenidad, confianza, alegría y ella me aseguró que cuidaba a Ferna.
Yo puedo asegurarles que poner la confianza en Dios y en su Santísima Madre es muy valioso. No quiere decir que uno no va a tener dificultades, ni que todo va a ser resuelto rápidamente, sino que, en medio de tus realidades, hasta en la muerte, tienes la certeza que no estás solo, experimentas los dones espirituales para afrontar con valentía, paciencia y perseverancia, sabiendo que tus oraciones son escuchadas, que Dios es quien más nos ama y desea el máximo bien para todos, por eso nos dio a su madre y nos pide incluso que oremos por los que están generándonos tanto dolor, porque son quienes más lo necesitan para liberarse del Mal que los tiene bajo su dominio y Dios también quiere salvarlos.
Las lecturas de hoy* refuerzan esa inmensa gratitud que siento con Dios y con la Virgen del Perpetuo Socorro: “Dios nos creó para la inmortalidad y nos hizo a imagen de su propio ser”. Hoy canto desde el corazón el Salmo: “Te ensalzaré Señor, porque me has librado… te cantará mi alma sin callarse; Señor Dios mío, te daré gracias por siempre”. San Pablo nos invita a vivir con gratitud y generosidad para construir un mundo mejor para todos y el evangelio nos relata muchos milagros, milagros que siguen sucediendo en nuestras vidas.
Gracias Jesús y María por el perpetuo socorro que nos ofrecen en todo momento.
*Sab 1,13-15;2,23-24; Sal 29; Cor 8,7.9.13-15; Mc 5,21-43