El mes de octubre es el mes de las misiones, del Santo Rosario, de los ángeles custodios, se realizará la beatificación del joven Carlo Acutis y recordamos también a grandes santos testigos del amor de Dios: Teresita del Niño Jesús, Francisco de Asís, Faustina Kowalska, Teresa De Ávila, Margarita María de Alacoque, entre muchos otros.

El papa Francisco nos regala unas excelentes catequesis todos los miércoles, ¡no se las pierdan! Trabaja el tema de cómo curar el mundo y preparar un futuro con Jesús, con tantas realidades duras que enfrentamos como humanidad y que la peste ha puesto más en evidencia. Dice el papa que animados por el Espíritu Santo trabajemos juntos por el Reino de luz, justicia, alegría, sanación y ternura que Cristo inauguró y pide que “Dios nos conceda viralizar el amor y globalizar la esperanza a la luz de la fe”.

El amor es la mejor medicina para el mundo y como la fuente del Amor es Dios, se requiere de la fe y la esperanza para que seamos curados por Él. Buscamos respuestas políticas, económicas, científicas, sociales y se nos olvida que las mejores y más eficaces medicinas se aplican en el interior del ser humano, unidos a Dios. 

Las lecturas de hoy* nos muestran cómo Dios nos ha llenado de dones, amor, confianza y enseñanzas reflejadas desde el Antiguo Testamento y nosotros no le hemos sabido corresponder, mataron a los profetas y al propio Hijo Jesús, como consecuencia y causa del pecado, llevando al pueblo a extraviarse con comportamientos inmorales, violentos e injustos. Dice Isaías: “Mi amigo tenía una viña en fértil collado. La entrecavó, la descantó, y plantó buenas cepas; construyó en medio una atalaya y cavó un lagar. Y esperó que diese uvas, pero dio agrazones”. 

El Salmo expresa que la viña del Señor es la casa de Israel; llegado el Mesías, la viña es la Iglesia y todos sus fieles. Pedimos en el Salmo: “Restáuranos, Dios, que brille tu rostro y nos salve”. En el evangelio Jesús dice que “el reino de Dios se dará a un pueblo que produzca sus frutos”. No hemos dado suficientes frutos todavía de acuerdo con las realidades que vivimos.

San Pablo nos invita a vivir con la paz de Dios en nosotros, sin preocupaciones, dirigiendo a Dios oraciones y súplicas con acción de gracias y teniendo en cuenta lo noble, justo, verdadero, amable, laudable, todo lo que es virtud o mérito y poniendo todo por obra. 

Decía San Francisco de Asís: “Comienza haciendo lo necesario; luego haz lo posible y de repente estarás haciendo lo imposible”; “es en el dar que recibimos, es olvidándose de uno mismo que uno se encuentra”; “recuerda que cuando partas de este mundo no podéis llevarte nada que hayas recibido, solo lo que has dado”.*Is 5,1-7; Sal 79,9 -20; Fil 4,6-9; Mt 21,33-43

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