Solo el amor transforma el mundo. Dios es amor. Luego solo con Dios podemos transformar nuestra vida e incidir positivamente en la de los demás.
Así lo ha entendido la Iglesia desde su fundación por Jesucristo. Él es el motor transformador de las realidades a través de su Palabra, su Espíritu Santo y sus Sacramentos.
A pesar de que los templos están cerrados y nos duele no poder recibir a Jesús en la Eucaristía Sacramental, nuestra Iglesia sigue viva. Los fieles descubren más el poder de la oración, de la Palabra de Dios, de los grupos en pequeñas comunidades, en unión a las parroquias y a la Iglesia Universal.
Cada vez se aprovechan más las aplicaciones virtuales y todos los medios de comunicación para facilitar el acceso a las personas al crecimiento espiritual. Se puede participar en las Eucaristías, conferencias y eventos muy valiosos desde el hogar.
El lunes se hizo el lanzamiento virtual de la tercera etapa del Itinerario 2020 de la Arquidiócesis de Cartagena, en un esfuerzo ordenado y sistemático en el que se trabaja desde hace muchos años en las pequeñas comunidades y se articula con todo el plan pastoral.
El 2020 tiene como lema: “Según el don recibido, servir a los demás” 1 Co 12, 7. “De Jesús servidor a una Iglesia servidora”. Los primeros meses en la primera etapa de este ciclo del 2020-2021 se trabajó en el conocimiento de Jesucristo quien no vino a ser servido, sino a servir. No gobierna, no impone, no domina ni controla. Lo suyo es servir y dar la vida.
Las meditaciones se hacen con base en la lectio divina, lectura de la Palabra de Dios meditada, orada, contemplada y llevada a la vida práctica. En esta etapa, las lecturas propuestas provienen de San Pablo a los Corintios para aprender de él cómo ser discípulo y misionero efectivo con amor, entrega y dedicación.
El Espíritu Santo reparte dones y carismas a sus fieles y llama a cada uno a ponerlos al servicio de los demás.
Te animo a crear o vincularte a una comunidad de tu parroquia para que todos seamos piedras vivas que expresemos los diferentes carismas que el Espíritu quiera regalarnos para servicio de todos. Necesitamos ser sal, luz, levadura, tierra fecunda en la que germine el amor de Dios.
En las lecturas de hoy* se nos recuerda que la gloria es de Dios y Él es el origen, guía y meta del universo, al respecto, exclama San Pablo: “¡Qué abismo de generosidad, de sabiduría y de conocimiento, el de Dios!
En el evangelio San Pedro al referirse a la identidad de Jesús exclamó: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.» Animémonos a seguir creciendo en nuestra identificación con Jesucristo vivo y resucitado de manera personal y comunitaria para que irradiemos su amor a los demás.
*Is 22,19-23; Sal 137; Rm 11,33-36; Mt 16,13-20;