Nuestro Dios es Padre, es Hijo, es Espíritu Santo. Un solo Dios, en sustancia, tres personas distintas. Es familia en intimidad de amor, de unidad, de permanencia, de eternidad, de sabiduría. ¡Un misterio maravilloso!
Analizando estas características entendemos las razones por las que nosotros, que fuimos creados a su imagen y semejanza, encontramos la felicidad cuando vivimos conforme a ellas. En el amor, cuando vivimos en armonía con Dios, con el prójimo y con nosotros mismos. La unidad interior, cuando hay coherencia entre lo que pensamos, sentimos y hacemos. La permanencia, cuando perseveramos en la fe. La eternidad, cuando buscamos altos ideales y aspiramos a lo que no termina y la sabiduría, cuando procuramos vivir conforme a las enseñanzas de Dios en su Palabra.
Si experimentamos desarmonía interior o malas relaciones con los demás, necesitamos acercarnos a la fuente del amor y de la integridad, la Santísima Trinidad. Ella nos ilumina y nos sintoniza con sus leyes, nos ayuda a fortalecer las virtudes, nos llena el corazón de su amor y nos guía sobre las acciones que podemos realizar para ser instrumentos de unión.
Entre más lejos vivamos de la Santísima Trinidad, más distancia tendremos entre los seres humanos. La fraternidad universal que todos deseamos, viene de la Santísima Trinidad, que nos invita a la paz, al bien, a vivir la justicia y la solidaridad.
Las lecturas de hoy* se enfocan en la unidad al interior de Dios, expresada en la Sabiduría que existe desde siempre: “Quedé establecida desde la eternidad, desde el principio, antes de que la tierra existiera”… Muestra también como Dios disfruta en medio de los seres humanos: “mis delicias eran estar con los hijos de los hombres”.
San Pablo nos invita a la comunión con Dios, Santísima Trinidad, y nos muestra cómo vamos a Él por medio de Jesucristo, en el amor del Espíritu Santo. En el evangelio dice Jesús: “cuando venga el Espíritu de verdad, él los irá guiando hasta la verdad plena… Todo lo que tiene el Padre es mío”.
La Virgen María vivió el misterio de la Santísima Trinidad de manera muy profunda al haber sido escogida por Dios Padre para concebir al Hijo por medio del Espíritu Santo. Entre más cerca estemos de las tres personas, más gozo interior, más santidad, más coherencia de vida.
Hoy celebramos el día del padre, es maravilloso cuando los padres viven en armonía con la Santísima Trinidad, cuando están presentes en la vida de sus hijos, enseñando valores que perduran, amando con lealtad, dando ejemplo de la búsqueda permanente de Dios en sus vidas. ¡Felicitaciones papás!
*Pro 8, 22-31; Sal 8; Rom 5, 1-5; Jn 16, 12-15