Hoy celebramos con júbilo el triunfo de Dios, su resurrección, después de pasar la humillación de la cruz. Hoy le decimos desde el fondo de nuestro corazón: “¡Señor, resucítanos contigo! 

Que sepamos abrazar nuestras cruces, los problemas y dificultades de cada día y sean medios de crecimiento en el amor, que sepamos morir al pecado, seguirte de cerca y encarnar los valores de tu vida santa; que hagamos el bien como tú lo hiciste, que cuando recibamos injusticias sepamos rezar por quienes nos hacen daño y devolvamos bien por mal recordando tu hermosa oración: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”.  

Señor, resucítanos contigo, que no nos distraigan los afanes que el mundo nos presenta, que no ensuciemos nuestras mentes y corazones con odios, rencores, estreses, lujurias, avaricias, egoísmos, sino que vivamos en la libertad de ser tus hijos, llenos de entusiasmo, irradiando tu gracia, tu misericordia, tu bondad, tu ternura, tu amor. Que comprendamos que nuestra misión en el mundo es llegar a ti, todo lo demás es accesorio, y eso lo logramos, si te creemos, si te seguimos, si te amamos en tu Iglesia y en los demás, trabajando por un mundo de justicia y paz.

Señor, resucítanos contigo, enséñanos a no ser indiferentes ante las injusticias, a trabajar por un mundo mejor desde tu estilo: paciente, reflexivo, orante, cariñoso, atento, activo, dispuesto, servicial, cercano, trabajador, entregándose todo, lleno del Espíritu Santo, para que el bien prospere y llegue a los demás. 

Señor, resucítanos contigo, enséñanos a trabajar el amor familiar, para que prevalezca la unión, la comprensión, el respeto, la solidaridad, el fomento del desarrollo de todos, la ayuda mutua, el buen ejemplo, el amor.

Señor, resucítanos contigo, que sepamos construir una sociedad que impulse el desarrollo de los dones y talentos de todos, para que sean fuente de progreso, servicio, prosperidad y bienestar y estemos dispuestos a trabajar con ahínco en la excelencia y la santidad.

Señor, resucítanos contigo, para que trabajemos porque a nadie le falte el pan diario, para que las familias tengan trabajos dignos, viviendas seguras, salud, recreación. Enséñanos a trabajar con integridad por una sociedad justa,  honesta y en paz.

Señor, resucítanos contigo, ya no tememos a nada ni a nadie, tu derrotaste al mal y a la muerte, contigo vamos seguros por el sendero de la vida, del bien, de la verdad, de las virtudes y valores, del amor. Que sepamos vivir como tú  y como tu fiel discípula, tu Santísima madre, enfocados en las prioridades de la vida con perspectiva de cielo, de resurrección. Señor, resucítanos contigo, tu eres nuestro amor y nuestra esperanza.  

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