Celebramos el pasado 27 de junio, día de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, el cierre de tejado de nuestro nuevo templo en Bocagrande.
Fue una fiesta de alegría y regocijo alrededor de la Madre del cielo por haber cumplido la primera parte de la construcción con el esfuerzo conjunto de todos los que aportan con alegría y generosidad a esta obra común, en donde por muchos años, Dios mediante, seguiremos celebrando los sacramentos y recibiendo la gracia de Dios a través de ellos, al propio Jesucristo quien se expresa en la Palabra y se dona en la Eucaristía y al Espíritu Santo que penetra en nuestro corazón para regalarnos sus dones y su luz.
Todos los acontecimientos importantes personales, familiares y comunitarios pasan por nuestro Templo: la iniciación de la pertenencia a la familia de Dios, la reconciliación con Dios y con los demás, la sanación interior, la acogida del Espíritu Santo y del alimento del cielo, Jesús Eucaristía, la constitución de las nuevas familias, la consagración en el orden sacerdotal. Las celebraciones religiosas acompañan nuestros tanto los momentos alegres como los difíciles, despedimos a nuestros seres queridos y nos unimos a ellos y a toda la Iglesia en cada Eucaristía.
El templo es un pedazo de cielo en medio de nosotros. Dios que se acerca a nosotros y nos recuerda que somos sus hijos amados, miembros de una misma familia.
Cartagena, ciudad turística, industrial, comercial y portuaria por excelencia, también invita a los turistas y a quienes se desempeñan en estos sectores productivos de la ciudad, a hacerse solidarios con esta gran obra, porque se convierte también en un nuevo ícono para los propios y visitantes, quienes encontrarán un mejor, más moderno y amplio lugar de recogimiento y de encuentro con Dios y la comunidad.
“Contigo la construimos” es un hermoso lema que nos invita a todos ser partícipes colectivamente con la oración, el esfuerzo y el dinero y así sentiremos que la obra realmente es el reflejo de una comunidad generosa, solidaria, comprometida, que da importancia a las cosas de Dios y le ofrece lo mejor de sí misma a su gloria.
Es un lema que también es aplicable a la vida interior, familiar, laboral y social, para que siempre nos involucremos proactivamente en las soluciones y construcciones personales y colectivas de las realidades que requieran transformación.
Seamos miembros activos de nuestra comunidad de creyentes y participemos con alegría y entusiasmo en los retos comunes que nos invitan a edificar un mejor templo en nuestro corazón y en nuestra ciudad, para honrar a Dios desde el fondo del alma y ser transformados por Él y así construyamos una sociedad en la que brille la justicia, la bondad, el bien, la paz y el amor.