Felicito a la Fundación Mamonal y a la Secretaría de Educación por todo el empeño que han dedicado para sacar adelante el Plan Maestro Distrital de Educación 2018-2033, que se viene construyendo desde hace años con el concurso de muchos. Sería maravilloso que la ciudad cuente con una brújula clara para propiciar que todos sus habitantes cuenten con una educación integral de excelente calidad que también propicie el desarrollo de los talentos, motive el emprendimiento y el desarrollo del carácter, con buena infraestructura, preparación, estabilidad y atención adecuada a directivos y docentes.
Respecto a las lecturas de hoy *Jesús con su clara pedagogía, se identificaba con los pastores que eran capaces de arriesgarlo todo con tal de salvar a cada una de sus ovejas, las conocía y ellas a su vez, le reconocían fácilmente su voz, dejándose guiar con mansedumbre porque confiaban en él. Nos dijo: “Yo soy el buen pastor. El buen pastor da la vida por sus ovejas. Conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí”.
Hoy el mundo nos vende la felicidad a diferentes precios, descubrir en medio de tantas voces cuáles son propiciadoras del verdadero bien, a veces es difícil. Por eso es necesario conocer mucho a Jesús para poder identificar su voz en medio del mundo y seguirla para salvar la vida y conquistar la felicidad que nadie nos puede robar, la que proviene del bien, del amor, de la verdad, de la justicia, la que es la fuente de la verdadera paz y del gozo eterno.
La labor del buen pastor ha sido continuada por pastores valientes y generosos, empezando por quienes habiendo sido testigos de su resurrección, también fueron capaces de dar la vida por defender a Jesús y a sus enseñanzas. Cuántas vidas valiosas se han entregado estos 2018 años con amor a la tarea de la evangelización, para que nosotros hoy podamos todavía beber de las fuentes de la gracia y tener presente a Cristo en su Palabra y en sus sacramentos.
Dios quiere que aprovechemos los maravillosos bienes que fluyen de la muerte y resurrección de su Hijo y disfrutemos de ese mundo maravilloso donde no haya ni pena, ni dolor, donde lo podamos ver cara a cara y podamos disfrutar de todo lo bello, hermoso, noble, verdadero que tiene para nosotros y que empieza a vislumbrarse desde esta vida. “Miren cuánto amor nos ha tenido el Padre, pues no sólo nos llamamos hijos de Dios, sino que lo somos”.
Seamos testigos de nuestra fe ante las nuevas generaciones trabajando por la educación buscando la transformación personal y social que surge como fruto del resucitado. Unámonos todos a trabajar, poniéndole el alma, la vida y el corazón para hacer realidad el Plan Maestro de Educación y demás programas que nos ayuden a ser mejores personas.
Hch 4, 8-12; Sal 117;1 Jn 3, 1-2; Jn 10, 11-18