Hoy la Iglesia nos propone celebrar alrededor de la Sagrada Familia*. Dios quiso ser parte de una familia. La manera de ser, pensar y actuar de María y de José y la manera como se relacionan entre sí y con Jesús, son factores muy importantes dentro del plan de salvación.
Nosotros también estamos llamados a la construcción de familias que ofrezcan espacios físicos, emocionales, espirituales y sociales que contribuyan al desarrollo humano integral de sus miembros, para que a la vez éstos, se proyecten con mayor fuerza en la construcción de una mejor sociedad. María y José presentan el niño al Señor, cumpliendo lo escrito en la ley… “y el niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba”.
Nos dice la Escritura hoy, lo importante que es honrar a los padres, respetarlos, obedecerlos y cuidarlos, lo que genera de parte de Dios promesas de perdón de los pecados, de larga vida y de bendiciones en los propios hijos. El Salmo nos invita a abrirnos al don del Espíritu Santo del “santo temor de Dios”, fuente de gracias y bendiciones, que implica la obediencia a las leyes de Dios por respeto y por amor. San Pablo medita alrededor de los valores que contribuyen a la felicidad en las relaciones humanas: la bondad, la dulzura, la comprensión, la misericordia, el saber sobrellevarse mutuamente con perdón y amor.
Aprovechemos este fin de año para escribir los sueños para el 2018, para nuestro desarrollo personal, familiar y social, en todos los aspectos: físicos, mentales, emocionales, sociales, económicos y espirituales. Redactemos nuestra Misión- Visión 2018, que incluya también los valores que deseamos fortalecer en nuestro carácter para ser mejores personas, los avances en los diferentes roles que ejercemos en la familia, el trabajo y las contribuciones que deseamos aportar a la sociedad; proyectémonos también a más años, para las realizaciones que implican de más tiempo para concretarse. Guiados por Jesús, siempre procuremos crecer en sabiduría y en gracia a los ojos de Dios.
Maravilloso si escribimos nuestra misión –visión en oración, para dejarnos guiar y acompañar por el Espíritu Santo, abiertos a cumplir su voluntad. Vivir con una brújula clara, le da más sentido a la vida. Acompañemos este proceso con visualización positiva, optimismo y esperanza para que vayamos concretando estos sueños en valiosas realidades. Igual podremos hacer con nuestra familia, con nuestro equipo de trabajo, con nuestra comunidad, construir esa misión -visión colectiva que nos ayude a todos a remar en el mismo sentido, avanzando con mayor fuerza y dirección en la realización de nuestros sueños.
¡FELIZ AÑO 2018, que esté lleno de sueños y de realizaciones!
* Sir 3, 3-7. 14-17; Sal 127; Col 3, 12-21; Lc 2, 22-40