Hoy Jesús nos invita a estar preparados*,  a velar, a estar atentos,  porque no sabemos ni el día ni la hora en que vamos a presentarle a Dios nuestra vida, los frutos de nuestra existencia. 

Que Dios nos encuentre trabajando por un mundo mejor, con esperanza, con alegría, porque confiamos que todo lo que vivimos con Él y para Él es beneficioso para nuestras almas. 

Nos aproximamos a la navidad. Que al celebrar la gran bendición del nacimiento de Dios en medio de nosotros, se llene nuestra vida de gozo. Él, por amor, se sometió a las injusticias humanas con el fin de rescatarnos de las garras del pecado y de la muerte y hacernos hijos de Dios a través de su gracia. ¡Qué gran tesoro es Jesús para nuestras vidas!

Dios nos invita a ser dóciles a su voluntad de bien y de amor, aunque estemos en medio de dificultades y problemas, nosotros somos los más beneficiados con sus regalos de eternidad, felicidad, paz, amor.  El profeta Isaías nos recuerda nuestras rebeldías, mientras Dios nos regala tantos dones, nosotros le respondemos pecando y Él con paciencia nos anima al buen camino: “Tú sales al encuentro del que practica alegremente la justicia y no pierde de vista tus mandamientos”. Nos recuerda también que salimos de Dios y  nos va moldeando de acuerdo a nuestra docilidad: “Señor, tú eres nuestro padre; nosotros somos el barro y tú el alfarero; todos somos hechura de tus manos”.

San Pablo nos dice que Jesucristo  nos da la gracia y el amor a través del Espíritu Santo, nos acompaña todos los días de nuestra vida, nos ilumina el entendimiento a través de su palabra, invitándonos a ser irreprochables en nuestra conducta.

El evangelio nos refuerza la invitación a estar preparados, a estar alertas, a vivir con la conciencia despierta para que siempre la estemos revisando de cara a Dios y hagamos fructificar los talentos. No esperemos el momento de nuestra muerte para pensar en lo que hemos hecho de cara a Dios, sino vivamos nuestra vida siempre en su presencia. No esperemos circunstancias especiales para ponernos en gracia, es el mejor regalo que nos podemos hacer a nosotros mismos,  nuestra vida adquiere más sentido y disfrutamos de paz, esperanza, amor y entusiasmo, 

El próximo viernes 8 de diciembre celebramos la gran fiesta de la Inmaculada Concepción de María, quien por virtud de la misión que Dios le iba a encomendar, recibió los méritos de la pasión de Jesucristo por anticipado y fue preservada de todo pecado. Unámonos en oración a ella, por nuestra conversión y la de todos y por nuestra querida patria para que salga victoriosa permitiendo el reinado de Jesús, conquistando una  verdadera paz, libertad, justicia y amor. 

*Is 63, 16-17. 19; 64, 2-7; Sal 79; Cor1, 3-9;  Mc 13, 33-37

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