Damos gracias a Dios por usted, Papa Francisco y por tenerlo en Cartagena en medio de nosotros, siempre cercano, generoso, sencillo, franco y amable. Dios ha escuchado nuestras plegarias y nos ha enviado a su vicario, a Pedro, la roca firme, sobre la que el Señor edificó nuestra Iglesia,  a reafirmarnos y fortalecernos en la fe en Jesucristo,  camino al Padre, renovando nuestra esperanza y amor a través de su Espíritu Santo. 

Gracias, porque usted nos recuerda que sólo Cristo es la fuente de la alegría, de la paz, de la esperanza, de la fe y del amor y María, la madre que nos acompaña, cuida y protege.

Dios ha sido grande con nosotros,  aún  en medio de las vicisitudes que hemos sufrido por la violencia, el secuestro de seres queridos,  la corrupción, el exilio,  la injusticia, nos regala fortaleza y nos anima a seguir trabajando con alegría y esperanza, con la ayuda de su gracia, por un mundo mejor.

Con la cultura del encuentro que usted promueve, nos anima a crecer en medio de las dificultades,  a no darle cabida al rencor,  al resentimiento,   a la amargura y  abrazando nuestras cruces, ofrecer todo por la conversión de las almas, para salir vencedores con Cristo quien ya triunfó sobre el pecado y la muerte. 

Santo Padre, gracias por su  entrega y fidelidad a Dios y a la Iglesia,  que siempre nos guíe el  Espíritu Santo para que no tergiversemos sus palabras, usted se expresa invitándonos a no juzgarnos unos a otros, pues el juicio sólo le corresponde a Dios, sino reconociéndonos todos como débiles y pecadores,   ayudándonos unos a otros, abriéndonos a la luz de Cristo, para encontrar la verdad que nos rescata de las tinieblas del pecado expresado en los ámbitos personal, familiar, laboral y social. 

Gracias por el Año de la Misericordia,   nos ayudó a curar muchas heridas, a sanar nuestras almas y a prepararnos con esperanza ante los nuevos retos.  Hoy  con usted damos el primer paso y con ese impulso, Dios quiera que muchos más,  para derrotar con la única arma del amor,  las injusticias, la corrupción y a  las ideologías materialistas ateas que tratan de manipular la mente de nuestro pueblo, empobreciéndolo  aún más. 

Santo Padre,  Dios permita que atendamos sus palabras y nos abramos a la conversión. Es providencial que hoy  la Palabra de Dios* nos invite a la corrección fraterna y a la oración comunitaria, nos invite a repetir: “Señor, que no seamos sordos a tu voz” y nos anime así: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”, pues quien ama a su prójimo no le causa daño a nadie. Así pues, cumplir perfectamente la ley, consiste en amar”. 

Gracias Papa Francisco por darnos testimonio del inmenso amor de Dios por todos sus hijos por igual. Oramos por usted, de la mano de la Virgen de la Candelaria  y   le rogamos que siempre nos tenga a los colombianos en sus oraciones.

*Ez 33, 7-9; Rm 13, 8-10; Sal 94; Mt 18, 15-20

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