Hoy, cuarto domingo de Pascua, recordamos a Jesús como el buen pastor, quien ama tanto a sus ovejas, nosotros, que dio su vida por nuestro rescate, para curarnos las heridas del pecado y siguiéndolo pudiéramos tener vida en abundancia.
Hoy recordamos también a quienes en su nombre, nos guían hacia Él, el Papa Francisco, sus obispos y sacerdotes, quienes entregan su vida para que nosotros podamos participar en los Sacramentos que son la presencia viva de Jesucristo entre nosotros.
En Cartagena vamos a tener el privilegio de tener al Papa Francisco entre nosotros el 10 de septiembre. Preparémonos espiritual e intelectualmente para aprovechar mejor su visita. La Arquidiócesis de Cartagena, en unión a universidades, fundaciones, gremios y empresas, ha programado diálogos, foros, conferencias para estudiar y reflexionar alrededor de algunos de los documentos papales tanto encíclicas como exhortaciones apostólicas, mensajes, homilías y catequesis que nos ayudan a atender los desafíos actuales como: cuidar la tierra: “Laudato Si”; a proteger y cultivar con amor a la familia: “Amoris Leititia”; a seguir evangelizando con alegría, siendo portadores de esperanza: “Lumen Fidei”, “Evangelii Gaudium”; vivir la misericordia: Misericordiae Vultus.
Espiritualmente también es muy importante la preparación, reforzando nuestra oración en profundidad, acercándonos a los sacramentos con devoción, para que nuestras almas se preparen para recibir la presencia y palabras del Santo Padre en nuestra tierra que nos reafirme en la fe en Jesucristo y nos comprometan más en la construcción del mundo de justicia, paz y amor que vino a instaurar Nuestro Señor y que sólo logramos si nos abrimos al Espíritu Santo y le permitimos trabajar en nosotros y a través de nosotros.
Que este sea tiempo de conversión y de auténtica entrega de nuestros corazones, mentes y almas a Dios para que podamos cada colombiano creyente ser fermento de seguimiento verdadero a Jesús y con su gracia, logremos transformaciones individuales y colectivas y seamos un pueblo de Dios que de testimonio al mundo de vida coherente en la fe, esperanza y amor que profesamos.
Nos dice Jesús: “Yo soy el buen pastor; yo conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí”. Nos dice San Pedro: “Por sus llagas ustedes han sido curados, porque ustedes eran como ovejas descarriadas, pero ahora han vuelto al pastor y guardián de sus vidas”. El Papa Francisco pide a los sacerdotes ser pastores con olor de oveja, ser verdaderos pescadores de hombres para Dios.
Jn 10, 1-10; 1 Pe 2, 20-25; Sal 22; Hch 2, 14. 36-41